Si la mano viene torcida, hasta el más hereje cae en la tentación de refugiarse en lo espiritual. Mauricio Affonso es creyente pero no cabulero, como sí lo es el grueso de los futbolistas que utilizan como amuletos desde la misma ropa interior en todos los partidos (hasta que pierden), cintas en sus muñecas o algún detalle en especial como entrar a la cancha en una pierna. El uruguayo no es supersticioso. Sin embargo, ante tanta malaria pasada creyó que algo estaba mal con él. “Sí, me saqué la mufa con el gol”, le confía a LG Deportiva el día después de haber marcado su primer tanto con la camiseta de Atlético, luego de pasarse todo el semestre pasado en cero. “Era demasiado. Los delanteros vivimos del gol. Fue muy duro pasar tanto tiempo sin marcar”, reconoce el lungo que el 26 de enero pasado cumplió, precisamente, 26 años. Sus compañeros y su familia lo agasajaron. “Vinieron unos días desde Uruguay a verme”, se alegra con solo nombrar la palabra “familia”.
Vivir con un peso menos encima es lo que hará a partir de ahora. “Sí. Estaba en el debe con el gol. Necesitaba esto para terminar de ganar confianza. Mis compañeros me ayudaron. Por suerte, en el reinicio del campeonato pude convertir y cortar la mala racha”. Su gol, el del 1-0 parcial sobre Temperley, le allanó al “Decano”, a tres minutos de iniciado el partido, el camino para lograr un contundente 3-0.
Affonso no iba a ser titular el lunes, sin embargo Ricardo Zielinski le dio la chance. Dejó en el banco a Alejandro Melo y confió en él. “El sábado por la noche me enteré de que iba a jugar”, cuenta el goleador de la pretemporada para los suplentes. Fue el único delantero que pudo anotar en los amistosos. Le convirtió uno a los suplentes de Talleres y otro a los relevos de Gimnasia (LP). “El haber empezado la pretemporada de cero con todo el grupo me sirvió para fortalecerme en lo personal. Pude convertir y eso también me ayudó”, reconoce Affonso, que afirma no haber sentido la presión previa de haber estado ante el que pudo haber sido su primer y último partido de titular en el semestre. Detrás suyo esperan Javier Toledo, el flamante refuerzo de la ofensiva (ver aparte), Leandro Díaz e Ismael Blanco.
“Uno trata de aportar su granito de arena. Si Atlético ganaba sin un gol mío, para mí ya estaba bien. Pero también es lógico que nosotros tenemos que convertir. Vivimos del gol y convertir es lo que nos genera confianza”, acepta el “Flaco”.
Si jugará el sábado contra Banfield, más que una realidad es un deseo. “No sé. Dependerá del técnico”. Por lo hecho ante el “Gasolero”, Affonso hizo mérito. No solo convirtió, sino también que fue clave en defensa, cuando el equipo tuvo que descolgar centros dirigidos al área de Augusto Batalla. “Sí, me fue bien, por suerte. De un rechazo mío llegó la contra del gol de David (Barbona)”.
El nuevo desafío para Affonso es mantenerse entre los 11. “Es lo que quiero lograr en el semestre, sin dudas que sí. Lograr continuidad es importante”, dice quien da por superado el bajón de 2017. “El fútbol es cambiante. Por ahí te toca una mala, pero siempre tenés que seguir trabajando porque, tarde o temprano, la buena va a llegar”, afirma.
El fútbol es destreza y suerte, opina el “Charrúa”, y recuerda la instantánea en movimiento de su conquista. “El ‘Pulga’ me puso una pelota que prácticamente me dejó mano a mano con el arquero. Sabía que tenía que correr y definir lo más rápido posible. También sabía que si Ayala se quedaba parado, pegándole fuerte tenía chances de que la pelota entre. Después es suerte si entra o no... También podía pasar que el arquero esté en su día y me tape el remate, je”. Para su fortuna, ni una ni otra. Fue la suya. El balón se abrazó a la red y con ello cortó una racha tan larga como odiada. Por Affonso o cualquier goleador con la pólvora mojada.